Hace unos días se hizo público un mensaje del Papa al cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, y a los participantes en el tercer seminario de estudio sobre « Deporte, educación, fe: hacia una nueva estación del movimiento deportivo católico», celebrado en Roma el 6 y 7 de noviembre.
El Santo Padre escribe que la Iglesia, «por medio de las actividades deportivas, contribuye a la formación de la juventud, proporcionando un ámbito adecuado a su crecimiento humano y espiritual. Cuando las iniciativas deportivas tienen como fin el desarrollo integral de la persona y las administran personas capacitadas y competentes, son una ocasión proficua en la que sacerdotes, religiosos y laicos pueden convertirse en verdaderos y propios educadores y maestros de vida para los jóvenes».
«Es por tanto necesario, que en nuestra época, en la que hay una urgente necesidad de educar a las nuevas generaciones -continúa-, la Iglesia siga sosteniendo el deporte para los jóvenes, valorando plenamente esta actividad en sus aspectos positivos, como por ejemplo, en la capacidad de estimular la competitividad, la valentía y la tenacidad en lograr los objetivos, evitando toda tendencia que altere la misma naturaleza, con el recurso a prácticas incluso perjudiciales para el organismo, como en el caso del doping».
Benedicto XVI hace hincapié en la importancia de que «los dirigentes, técnicos y agentes católicos -mediante una acción formativa coordinada-, sean guías expertos para los adolescentes, ayudándoles a desarrollar las propias capacidades, sin descuidar las cualidades humanas y las virtudes cristianas que hacen a la persona completamente madura».
iglesia.org
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