Aprendamos a compartir con Dios todos nuestros sufrimientos.
Dije: «Dios, me duele».
Y Dios dijo: «Lo sé».
Dije: «Dios, he llorado tanto».
Y Dios dijo: «Para eso es que te di lágrimas».
Dije: «Dios, estoy tan deprimido».
Y Dios dijo: «Por eso es que te di el brillo del sol».
Dije: «Dios, la vida es dura».
Y Dios dijo: «Por eso es que te di a seres queridos».
Dije: «Dios, mi ser más querido murió».
Y Dios dijo: «El mío también».
Dije: “Dios, es una pérdida tan grande”.
Y Dios dijo: “Vi al mío clavado en una cruz.”
Dije: «Dios, pero tu ser más querido vive».
Y Dios dijo: «El tuyo también».
Dije: «Dios, duele».
Y Dios dijo: «Lo sé... pero estoy contigo».
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