La adolescencia está llena de problemas, desde la baja autoestima, la falta de motivación, el desorden… pero podemos ayudar a nuestros hijos.
¿Se ha convertido tu hijo dulce y alegre en un adolescente amargado? No es raro, pero debemos entender por qué se comporta así. Podría hacerlo para sorprenderte, o porque no se puede controlar y en su mente fluyen muchas emociones. O podría ser que cuando está con sus amigos, el decir tacos y el tratarse de mala manera es lo más común entre ellos.
LA AUTOESTIMA
Una de las mayores preocupaciones de los adolescentes es su apariencia. El cuerpo está en pleno cambio, les salen granos… no es de extrañar que los adolescentes pasen tanto tiempo mirándose al espejo.
Si tu hijo no es feliz con lo que ve (pocos los son) esto puede mermar su autoestima.
Intenta evitar hacer bromas sobre su físico, y también es un error hacerles pensar que no tiene importancia. Para lo que en tu opinión es una tontería para ellos representa un mundo.
Intenta explicarle que la gente apenas nota lo que a ellos dan tanta importancia. Cuanto mejor se sientan los adolescentes con ellos mismos, su autoestima será mejor y tendrán más armas para enfrentarse a los problemas de cada día.
LAS FRUSTRACIONES
Para algunos adolescentes es fácil vencer las frustraciones, ya sea en el ámbito deportivo, los exámenes o sus relaciones personales, pero para otros puede suponer una grave crisis. Si tu hijo reacciona mal cuando tratas de ayudarle a tratar sus emociones, intenta que entienda sus emociones antes de enfrentarse a un fracaso de forma efectiva.
Necesita saber que le apoyas aunque sus resultados académicos o deportivos no sean los esperados. Si tu hijo no consigue los resultados académicos esperados, ayúdale a tener en cuenta que todo el mundo tiene resultados que no se espera alguna vez en la vida y que si se ha esforzado: eso es lo que importa.
LOS SENTIMIENTOS
Algunos adolescentes, especialmente los chicos, tienen menos facilidad para expresar lo que sienten. La vergüenza, la irritabilidad, la decepción son emociones difíciles de aflorar y a veces solo el enfado es lo único que saben transmitir.
Si tu hijo adolescente tiene dificultades para identificar y articular lo que siente, simplemente pregúntale: “¿Estás molesto por algo? ¿Te preocupa algo?” Esto puede ayudar a ambos a identificar lo que siente. Otros encuentran en la actividad deportiva una forma de transmitir sus emociones. Un tercer grupo simplemente necesita espacio para pensar en sus problemas y en sus decepciones.
EL DESORDEN
El desorden es un campo de batalla muy común entre padres y adolescentes. Si os volvéis locos con el abrigo tirado en medio, o las toallas tiradas en el baño, no estáis solos. Simplemente tener en cuenta que no lo hace para molestarnos, es un reflejo de que sus pensamientos están en otra parte.
Su cuarto es su espacio privado y deberíamos respetarlo, incluso el adolescente más desordenado se cansa alguna vez de tanto desorden y decide ordenar de vez en cuando.
CONSEJOS
Muchos padres son controladores cuando sus hijos son pequeños, en parte porque toman la mayor parte de las decisiones por ellos, pero esto cambia cuando los hijos crecen y se hacen adolescentes.
Los padres necesitan guiar a sus hijos hacia la edad adulta y establecer unos límites claros sin resultar demasiado autoritarios. La cosa se plantea difícil.
Debemos aceptar que no podemos controlarles con ordenes o amenazas y que seguramente rechazarán valores y creencias porque están tratando de crecer como individuos, pero nuestro ejemplo puede ser de gran ayuda para que se formen como personas. No le ignores cuando habla o te trate con desprecio, los padres nos merecemos que nos hablen con respeto y de forma aceptable.
Hay que seguir prestando atención a lo que hace y con quién va, no es sensato dejarle “suelto” en el mundo.
Recordad que el conflicto y las pequeñas batallas serán algo inevitable, pero estableced claramente los límites y negociad de vez en cuando para gradualmente ir soltando las amarras.
En lo que sea posible, permitid a los adolescentes que tomen sus propias decisiones y que aprendan de sus errores.
Si una regla se rompe, aplicar un castigo justo; cuando actúan como si te odiaran es porque están confundidos o molestos o enfadados por nuestros intentos de controlarles.
Pero sobre todo el consejo mejor es: Haced todo lo posible por mantener la calma.
iglesia.org
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