En medio del paréntesis que marca el mes de agosto para millones de personas, encontramos en los desiertos medios de comunicación oasis informativos que nos muestran cómo la Iglesia sigue al pie del cañón, atendiendo las necesidades de aquellos que menos tienen. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI en la encíclica “Deus caritas est”, la Iglesia es la familia de Dios en el mundo y en esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario.
Fiel a esta vocación Cáritas Española ha aprobado esta semana un paquete de partidas económicas por valor total de 432.000 euros con destino a una docena de proyectos de desarrollo básico para comunidades especialmente vulnerables de diversos países de África, América Latina y Asia. Los proyectos permitirán llevar a cabo, entre otros, programas de acceso al agua potable, de educación para niños huérfanos y de promoción integral de la mujer o de atención a personas mayores.
El compromiso de la Iglesia con los más desfavorecidos no descansa. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y el anuncio de la Palabra. Como lo demuestra Caritas con la dedicación generosa de quienes colaboran y trabajan en ella; una atención que sale del corazón y que hace que el otro, además de poner remedio a sus necesidades más básicas, experimente la gran riqueza de humanidad que transmiten quienes están junto a él, no por imposición ni por mero altruismo, sino como una consecuencia lógica que se desprende de su fe.
cope.es
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