Benedicto XVI considera que en las parroquias hoy es importante proporcionar espacios para que los alejados, a quienes la secularización actual ha convertido en "extraños" a la vida de la Iglesia, se acerquen a ella progresivamente.
Así lo manifestó durante su encuentro anual de Cuaresma con los párrocos de la diócesis de Roma, celebrado el pasado jueves 26 de febrero en la Sala de la Bendición del Vaticano, y en el que, en un ambiente distendido, quiso responder personalmente a sus inquietudes y preguntas.
La segunda pregunta fue formulada por el sacerdote Fabio Rosini, párroco de Santa Francesca Romana all'Ardeatino, sobre cómo afrontar el actual proceso de secularización, venciendo la tentación de acudir a métodos de "éxito pastoral" momentáneo que no traigan fruto en el futuro.
Ante ello, el Papa explicó que hay "dos criterios de discernimiento" para "no correr en vano" en la labor evangelizadora.
En primer lugar, enfatizó la importancia de no descuidar las comunidades ya existentes: "La comunidad de los fieles es una cosa preciosa, no debemos subestimar -incluso mirando a los muchos que están lejos - la realidad hermosa y positiva que constituyen estos fieles, que dicen sí al Señor en la Iglesia, intentando vivir la fe, intentando ir tras las huellas del Señor".
Es muy importante, subrayó, que los fieles "encuentren en su párroco realmente el pastor que les ama y les ayuda a escuchar hoy la Palabra de Dios, a entender que es una Palabra para ellos y no sólo a las personas del pasado o del futuro; que las ayuda, aun más, en la vida sacramental, en la experiencia de la oración, en la escucha de la Palabra de Dios y en el camino de la justicia y de la caridad".
Se trata, añadió, de potenciar a la misma comunidad creyente como evangelizadora: "los cristianos deberían ser fermento de nuestra sociedad con tantos problemas y con tantos peligros y tanta corrupción como existe".
Los cristianos que viven abiertamente su fe "pueden interpretar también un papel misionero sin palabras", explicó. "Si hay personas o comunidades que hacen esta elección completa de la vida y hacen visible el hecho de que la vida que han escogido es realmente vida, dan un testimonio de grandísimo valor".
"Es algo absolutamente indispensable, fundamental, dar, con el testimonio, credibilidad a esta Palabra, para que no aparezca sólo como una bonita filosofía, o como una bonita utopía, sino más bien una realidad. Una realidad con la que se puede vivir, pero no solo: una realidad que hace vivir. En este sentido me parece que el testimonio de la comunidad creyente, como fondo a la Palabra, del anuncio, es de grandísima importancia".
El segundo criterio es el de el anuncio de la Palabra, "abriendo lugares de experiencia de la fe a aquellos que buscan a Dios", es decir, recuperar la experiencia del catecumenado de la Iglesia antigua.
Este catecumenado "no era simplemente una catequesis, algo doctrinal, sino un lugar de experiencia progresiva de la vida de la fe, en la cual se abre también la Palabra, que se convierte en comprensible sólo si es interpretada por la vida, realizada por la vida", afirmó.
El Papa subrayó la importancia de que las parroquias abran "lugares de hospitalidad de la fe", hospitalidad "hacia aquellos que no conocen esta vida típica de la comunidad parroquial".
Las parroquias "deben abrirse e intentar crear vestíbulos, es decir, espacios de cercanía. Uno que viene de lejos no puede inmediatamente entrar en la vida formada de una parroquia, que ya tiene sus costumbres. Para éste de momento todo es muy sorprendente, lejano a su vida".
Por tanto, añadió, "debemos intentar crear, con ayuda de la Palabra, lo que la Iglesia antigua creó con los catecumenados: espacios en los que empezar a vivir la Palabra, a seguir la Palabra, a hacerla comprensible y realista, correspondiente a formas de experiencia real".
No hay recetas
El Papa mostró su satisfacción porque en las parroquias "se esté haciendo realmente este primer anuncio, que se va más allá de los límites de la comunidad fiel, de la parroquia, en búsqueda de las llamadas ovejas perdidas".
"Para este trabajo concreto yo no puedo dar recetas, porque hay distintos caminos que seguir, según las personas, sus profesiones, las distintas situaciones", aclaró.
El catecismo "indica la esencia de lo que hay que anunciar. Pero es quien conoce las situaciones el que debe aplicar las indicaciones, encontrar un método para abrir los corazones e invitar a ponerse en camino con el Señor y con la Iglesia".
En cualquier caso, sea cual sea el camino que se utilice para la evangelización, es necesario "estar siempre en la gran comunión de la Iglesia, aunque quizás en un espacio aún algo lejano: es decir en comunión con el obispo, con el Papa, en comunión así con el gran pasado y con el gran futuro de la Iglesia".
"Estar en la Iglesia católica de hecho no implica sólo estar en un gran camino que nos precede, sino significa estar en perspectiva de una gran apertura al futuro. Un futuro que se abre sólo de esta forma", concluyó.
zenit.org
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