“La Pascua debería ser la gran ocasión para hacer el repaso de la infinita serie de alegrías que apenas disfrutamos. El tiempo de descubrir que:
Somos dichosos porque fuimos llamados a la vida, porque entre la infinita multitud de seres posibles fuimos elegidos nosotros, amados antes de nacer, escogidos para este milagro de vivir.
Somos dichosos porque Dios nos amó primero, porque El no esperó a saber si mereceríamos su amor y quiso empezar a amarnos antes de nuestro nacimiento.
Somos dichosos porque también nosotros lo amamos, bien o mal, mediocre o aburridamente. Lo amamos, y eso es lo que engrandece y da sentido a nuestras almas.
Somos dichosos porque sabemos que incluso el dolor es camino de Resurrección. Porque desde que El murió entendemos que todo dolor sirve para algo; que en sus manos ningún dolor se pierde.
Somos dichosos porque El sigue estando entre nosotros. Lo prometió, y la suya es la única palabra que no miente jamás.
Somos dichosos porque El avivará nuestras esperanzas como las de los de Emaús. Un día saldrá al paso de nuestro camino, no sabemos dónde, no sospechamos cuándo, y hablará y sentiremos que nuestro corazón arderá al oir su palabra.
Somos dichosos porque nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos. El lo aseguró. En “el libro de la vida” están ya escritos los nombres de todos los que, bien o mal, intentamos amarlo.
Somos dichosos porque el reino de los cielos está ya dentro de nosotros. No tenemos que pasarnos la vida esperando: crece ya en cada hombre que ama, en cada mano que se tiende, en cada lágrima que se enjuga.
Somos dichosos porque nos ha nombrado testigo de su gozo, la más sublime de las tareas, el más bendito de los oficios, la misión que debería llenarnos los ojos de alegría”.
¡Muy feliz Pascua!
Juan Martín Descalzo
iglesia.org
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