Cuida Señor a los sacerdotes, cuyas vidas se consumen ante tu altar porque son tuyos.
Protégelos, porque están en el mundo, aunque no pertenecen al mundo.
Cuando los tienten y les seduzcan los placeres terrenos abrázalos en tu corazón.
Confórtalos en las horas de tristeza y de soledad cuando toda su vida de sacrificio por las almas, les parezca inútil.
Cuídalos y acuérdate, Señor, que no tienen más que a vos y que sus corazones son humanos y frágiles.
Guárdalos tan puros como la hostia que acarician diariamente.
Dígnate Señor bendecir todos sus pensamientos, palabras y acciones.
Virgen María, reina y madre de los sacerdotes, cuida sus vidas y ruega por ellos.
iglesia.org
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