ENTREVISTA A GUSTAVO ORDOQUI CASTILLA
Presidente del Instituto Arquidiocesano de Bioética Juan Pablo II en Montevideo, doctor en Derecho de la Universidad Católica del Uruguay, instituto del cual es también docente.
Uruguay ha sido el primer país de América Latina en dar vía libre la ley de adopción por parte de parejas de homosexuales, aprobada el pasado 9 de septiembre, después de que en 2007 fueran legalizadas también las uniones entre parejas del mismo sexo.
La ley, que según todas las encuestas cuenta con el rechazo de la gran mayoría de uruguayos, es denominada Modificaciones al Código de la niñez y adolescencia referidas a la adopción.
--¿Cómo ha acogido la sociedad uruguaya esta medida?
Con gran preocupación por diversas razones. En primer lugar, porque no ha sido en nada representativa la decisión del Parlamento de lo que es la opinión de la gran mayoría de la población.
En segundo lugar, porque es muy claro que no se ha priorizado en «interés superior del niño». A ello nos hemos obligado en Tratados, Convenidos Internacionales..., pero luego todo esto se olvida y se prioriza el interés de unos pocos con la gravedad que aquí los perjudicados notoriamente son los menores, los más indefensos, que terminan siendo «instrumentalizados o cosificados» para beneficiar a unos pocos.
--¿Ha habido pronunciamientos en contra de parte de la sociedad civil?
Todas las encuestas realizadas, y fueron varias, marcaban que sólo un 20 por ciento de la población estaría de acuerdo con el proyecto. Ello no obstante, la mayoría parlamentaria, sin representar la voluntad de la Nación, ha sido influenciada por algunas minorías y lograron controlar el tema dentro de su partido, obteniendo el voto de la mayoría.
--Cuando esta ley tenga ya varios años en curso, ¿cuáles cree que pueden ser las consecuencias para el crecimiento de los niños que sean adoptados por los homosexuales?
Este no es un tema de médicos, abogados o de religión sino de naturaleza humana. Todo niño necesita así como alimentarse, o educarse, tener el referente de lo que es su padre o su madre como algo necesario para su propio ser. Si permitimos que esto no ocurra o lo fomentamos, estamos atacando su propia naturaleza y esto es muy grave.
--¿Qué confusión podría traer esta medida para los otros niños, hijos de parejas heterosexuales, el saber que sus amigos provienen de estas familias?
Aquí los daños son probados y muy graves. La convivencia entre niños provenientes de hogares donde hay «dos mamás» o «dos papás» es naturalmente resistida por sus compañeros y todo ello se torna en perjuicio aun mayor para el adoptado.
--Sin embargo los defensores de esta ley tildan de «homófobos» o discriminadores a sus opositores...
Aquí no hay discriminación, pues discriminar es «tratar igual a los desiguales o desigual a los iguales».
Los homosexuales, ellos mismos, se han diferenciado al cerrarse naturalmente a la vida y no pueden quejarse luego cuando se les dice que no están en condiciones de poder tener un niño.
No hay discriminación cuando la distinción es justificada.
Por ejemplo, yo no puedo decir que me discriminan porque no puedo actuar como policía si no estoy siquiera preparado para ello. Cuando se me dice que no puedo ser policía, no se me discrimina pues está justificado.
--¿Por qué cree que Uruguay ha sido el país «pionero» en América Latina en aceptar esta ley?
Somos gobernados por un sistema socialista que se ha caracterizado por aprobar leyes atentatorias contra la dignidad de la persona y la familia.
Por Carmen Elena Villa
sontushijos.org
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