Thursday, July 16, 2009

Internet y Democracia

Hablar de democracia hoy es referirse a un sistema de gobierno ampliamente difundido en todo el Planeta y que es visto como la mejor alternativa de entre todas las que ha conocido la historia. Concretamente, se trata del sistema por el cual a través de elecciones periódicas todos los ciudadanos de un país pueden expresar su opinión respecto de la manera cómo quieren vivir, aunque ello no implica que lleguen a hacerlo, pues –tal como funcionan hasta ahora las democracias representativas- la «manera» que se impone es la de las mayorías.

Actualmente existen diversas voces que cuestionan estas definiciones, pues llevado a la práctica, el modelo democrático y los valores que conlleva, han dado pruebas suficientes para demostrar que los hechos distan mucho de las intenciones y que –en definitiva- no hay una sola «democracia», sino varias que dependerán de las «gafas» de quien las defina y el contexto en que se ejercite.

Independientemente de sus matices, desde hace un par de décadas las democracias actuales han debido asumir la aparición de un nuevo actor en el escenario político: Internet.

Es que un medio de comunicación interactivo, disponible en cientos de miles de ordenadores dispersos por el mundo y al alcance de millares de usuarios en los 5 continentes es, sin duda, base más que suficiente para sembrar la esperanza en una democracia si no «directa», al menos «más directa» y participativa que la existente en la actualidad.

Pero como suele ocurrir con los grandes avances tecnológicos, rápidamente la realidad demuestra que el «juguete nuevo» no siempre puede responder a las expectativas que genera, al menos no a todas.

Contribución de la Red


nternet puede contribuir a la democracia de muchas maneras, pero la más importante es sin duda que posibilita una mayor participación de los ciudadanos en una enorme diversidad de temas y espacios de acción. No es ya una, sino cientos las puertas que se abren gracias a la riqueza de «lo social» que toma vida en la Red.

Sólo por señalar un ejemplo, las manifestaciones en rechazo del ataque de Estados Unidos a Irak, estremecieron las calles de las principales ciudades del mundo el pasado 15 de febrero; pero al mismo tiempo, igual y quizá mayor estremecimiento sufrieron los hilos de la Red que, desbordada por los manifiestos de los ciberactivistas, marcó un hito en la historia de los nuevos movimientos sociales.

Asimismo, en la esfera más tradicional de las democracias, Internet es un medio por el cual los representantes políticos elegidos pueden mantener un contacto más directo y fluido con sus electores. Dada la imposibilidad de que los políticos sostengan encuentros «cara a cara» con todos los votantes, la Red permite tanto que éstos publiquen información útil para la población, como que ésta, a su vez, les haga saber (a los políticos) sus inquietudes, problemas, quejas, peticiones o felicitaciones y reconocimiento, según corresponda.

Aunque está claro que los dirigentes políticos no tienen tiempo para leer y contestar la gran cantidad de correos electrónicos que reciben, sin duda todos tienen a alguien que los lee por ellos y se encarga de mantenerlos informados de los principales «temas» tratados, y con seguridad, más de alguna vez se habrán dado el tiempo para responder directamente.

En términos de funcionamiento operativo de las democracias, los gobiernos se han tecnologizado y han creado páginas Web en las cuales ponen a disposición de los ciudadanos muchísima información sobre trámites, servicios o beneficios a los que éstos pueden acceder. Así, la Red está contribuyendo a disminuir la burocracia y a facilitar la democratización de la información que emana de los gobiernos. Hay que reconocer en todo caso que muchas de estas Web «oficiales» no siempre son de lo más amigables o fáciles de entender y manejar, pero su sola existencia ya constituye un avance. Algunos ejemplos son las Web de los gobiernos de Perú, México, Colombia, Chile, Italia y España, entre otros.

Otro aspecto aún incipiente, pero muy interesante en la relación Internet y Democracia, es que aumentan las posibilidades de conocer y en algunos casos fiscalizar la labor de los Estados por parte de los ciudadanos. Entre la información que los gobiernos o los parlamentarios ponen a disposición de los ciudadanos, figuran leyes, diagnósticos, planes y proyectos, presupuestos e informes de gestión, entre otros documentos que dan cuenta de la acción de los gobiernos democráticos. Aunque recién se están dando los primeros pasos, como se aprecia en el caso de la Superintendencia de Administración Tributaria de Perú, lo cierto es que de esta manera se está abriendo camino a la transparencia en la gestión de los Estados.

Pese a que aún figura entre los desafíos de la tecnología, otro aporte de Internet a las democracias es la posibilidad de que los ciudadanos puedan expresar su opinión de manera directa respecto de los temas que les incumben, ya sea en sondeos de opinión muy acotados, hasta en las mismas elecciones generales de cada país. Hasta ahora sólo existen experiencias aisladas y de alcance limitado, pero se está trabajando para mejorar dichas condiciones. Un artículo en Baquia.com comenta distintas experiencias en este sentido. La misma senda se pretende seguir en España (http://nashira.itccanarias.org/aplicaciones/noticias-tic/pg/ver_noticia.php3?Id=1494)

El Obstáculo


Lamentablemente el enorme aporte de Internet a las democracias puede desaparecer por el sólo peso de una palabra: el «acceso». En efecto, en este caso tales ventajas son privativas de aquellas sociedades en que el uso de Internet es masivo. Países como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Holanda, Suecia, entre otras naciones «del norte» son los mejor preparados para disfrutar de estos beneficios. Latinoamérica y Asia van avanzando, pero qué decir del África profunda: ni luces todavía de entrar a la era informatizada.

La cuestión central en este caso está en la llamada «brecha digital», que comentábamos en nuestro boletín nº 226, que no es más que la distancia que existe entre quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y quienes no (o a medias, con todas sus variantes).

Votaciones online

Uno de los puntos nodales al hablar de Internet y Democracia hoy es precisamente aquél en que se fundamenta este sistema político: el del sufragio universal que -en la esfera de las nuevas tecnologías- se traduce en la posibilidad de que todos los ciudadanos puedan ejercer su derecho a voto online.

Pese a que en la Red prolifera todo tipo de votaciones, hablar de un sufragio que cumpla los requisitos necesarios de un proceso político-electoral es muy diferente. Tal como señala el Dr. Andreu Riera Jorba en el boletín de Criptonomicón, para que un sistema de votación online sea efectivo, debe cumplir cuatro condiciones que garanticen la seguridad del mismo:

1. Exactitud: que no permita alterar o eliminar un voto válido o, al contrario, validar un voto que no lo es.

2. Democracia: sólo deben poder votar ciudadanos inscritos, y una sola vez.

3. Privacidad: el voto debe ser anónimo, y ningún votante debe poder demostrar cuál fue su voto.

4. Verificabilidad: los votantes deben poder comprobar que sus votos fueron incluidos en el recuento final.

Si se cumplen estos requisitos, el voto online podría favorecer, entre otros, el sufragio de los ciudadanos desde el extranjero, el de los votantes discapacitados o temporalmente inmovilizados, y el de los adultos mayores postrados; además, por supuesto, de facilitar a todos aquellos que lo deseen la gestión del voto. Incluso, probada la fórmula, las democracias podrían incorporar la consulta ciudadana como una de sus prácticas habituales, por ejemplo, ante temas que susciten un amplio interés ciudadano o conciten divergencias difíciles de salvar en los salones de los parlamentos. Con un acceso mayoritario y eficaz a estas tecnologías, las democracias actuales podrían -efectivamente- ser más democráticas.

Pero cumplir estas condiciones es una tarea cada vez más compleja, si pensamos que hasta los sistemas informáticos de instituciones supuestamente tan impenetrables como la Nasa, han sido intervenidos; con mayor razón los ordenadores de un sistema electoral, podrían ser presa de ataques hacker, no sólo de adolescentes ociosos, sino de partidos políticos minoritarios e incluso de Estados rivales, sobre todo cuando se tratase de países en los cuales existan intereses económicos o geopolíticos de por medio.

El «control»

En esta misma sintonía, resulta inevitable cuestionarse qué tan democrática puede ser Internet, cuando el control de su funcionamiento está centralizado en Europa, Japón y Estados Unidos, que supera con creces a sus dos antecesores (http://www.fuentesestadisticas.com/Numero51/paginas/9-10.htm). No es que exista una suerte de servicio secreto encargado de vigilar y dirigir los movimientos de la Red, pero sí, la de unos servidores (poderosos ordenadores que son el soporte técnico de Internet), que están ubicados en determinados países que, si lo quisieran, podrían intervenirlos fácilmente en pro de sus intereses. De hecho hace algunos años, hasta el mismo Parlamento Europeo se abocó a la investigación del denominado Proyecto Echelon, creado después de la Segunda Guerra Mundial, y a través del cual, 5 países estarían espiando todas las comunicaciones electrónicas en busca de mensajes con contenidos «sospechosos». Una explicación sencilla y breve del mencionado proyecto está disponible en http://www.arrakis.es/~iesve/vigila.htm, cómo también las acciones del Europarlamento al respecto.

En este caso específico, la misma Red estaría siendo utilizada para desarrollar prácticas de vigilancia propias de sistemas políticos nada democráticos.

Ciertamente no todo es negativo, pues a pesar de la existencia de este y otros mecanismos que operan en y a través de Internet, no se puede desconocer que ésta ha posibilitado la emergencia de unos nuevos movimientos sociales, horizontales, no jerárquicos, móviles, fluidos, en los cuales todos los participantes tienen voz y voto. Conglomerados bajo la etiqueta de movimientos por una globalización de la solidaridad, estas formas de organización que han surgido gracias a la Red, son un ejemplo real de ejercicio democrático, como lo sostiene Juan Grompone en Alainet.org.

Experiencias de este tipo -que describimos en extenso en nuestro boletín nº 213- son un llamado de atención que cuestiona lo que hoy entendemos por «democracia», y sobre todo, cómo las nuevas tecnologías de la comunicación, pueden contribuir (o no) con tales concepciones.

La Invitación

La interpelación es, entonces, a reflexionar sobre las democracias actuales, a revisar la coherencia entre lo que se supone éstas deben ser, y lo que son en la práctica. A identificar los aciertos y yerros, y a partir de ahí, visualizar de qué manera las nuevas tecnologías pueden convertirse en herramientas que contribuyan a dar ese anhelado salto cualitativo de las democracias (al que se refiere la Carta de la Paz dirigida a la ONU, en su punto X y que comenta Jordi Cussó en su artículo del mismo nombre), en que cada uno pueda vivir coherentemente con sus ideales.

iglesia.org

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