Monday, February 22, 2010
Cátedra de San Pedro
Dentro del calendario litúrgico, el 22 de Febrero se celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Una ocasión inmejorable para
reconocer y apreciar todas las gracias que recibimos del ministerio de
Pedro y sus sucesores.
Hay un misterioso texto evangélico, del que vamos a partir para esta reflexión: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder
cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no
desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» Lc
22, (31-32) ¿A qué puede referirse Jesús cuando dice que Satanás ha
solicitado el poder para cribarnos como trigo? Muy probablemente esté
evocando a Satán, quien se ve obligado a pedir licencia para poner a
prueba a Job (Job 1,1-12).
Dios permite la tentación bajo diversas formas, pero limitando el poder de los ángeles caídos sobre nuestras restringidas fuerzas
humanas. Por los designios de la providencia, Dios espera que salgamos
fortalecidos de la prueba, de forma que la tentación llegue a
convertirse en instrumento de santificación.
Ahora bien, más allá de estas conclusiones extraídas del texto evangélico, también podemos deducir de esas palabras de Jesús otras
enseñanzas:
a) Jesús reza de una forma muy especial para que Pedro pueda superar la tentación, ya que le ha encomendado la tarea de confirmar la
fe de sus hermanos, y,
b) Pedro será instrumento de Jesús para que los cristianos no sean cribados por Satanás.
Sin duda alguna, tiene su plena lógica que la oración de Jesús se dirija de una forma muy especial en favor de aquel en cuyas manos ha
puesto una responsabilidad tan grande. Pedro y sus sucesores no están
preservados del pecado; pero la oración de Jesús es eficaz, y ha
conseguido garantizar que sus pecados personales no puedan deformar el
depósito de la fe que les ha sido confiado. A esto se le conoce como
"infalibilidad del Papa", definida en el Concilio Vaticano I.
No se trata de un privilegio reivindicado por la Iglesia, como algunos erróneamente suelen pretender explicar, sino de un don de
Cristo a su Iglesia, fruto de su oración al Padre (especialmente en la
oración del huerto de los olivos). Jesús no permite que quedemos a
merced del error sembrado por el príncipe de la mentira, Satanás. El
magisterio pontificio es la tabla de salvación de Cristo que nos
preserva de ser engañados.
Así entenderemos mejor ese otro texto bíblico, Efesios 4, 11ss, no menos significativo: «Él mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para
el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del
ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos
todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios,
al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo.
Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la
astucia que conduce engañosamente al error.... »
En consecuencia, es justo y necesario que conozcamos cuáles son los diversos grados de autoridad magisterial en los que recibimos el don de
la veracidad de Cristo, preservada del error. Concluimos resumiéndolo
brevemente:
Por el grado en el que se formula, el magisterio de la Iglesia puede ser "ordinario" o "extraordinario". Llamamos "magisterio
extraordinario", cuando el Espíritu Santo garantiza una asistencia tan
grande que lo hace infalible. Este magisterio extraordinario acontece
cuando el Papa hace una definición de fe solemne ex-cátedra (por
ejemplo, la definición de la Asunción de María al Cielo). También es
magisterio extraordinario, y por lo tanto infalible, el que formulan
los concilios universales de la Iglesia cuando tienen intención de
definir materias de fe o de moral (no fue el caso del concilio Vaticano
II, pero sí en el Vaticano I y en otros muchos concilios).
En segundo lugar, conocemos como "magisterio ordinario" el que ejerce cada obispo cuando enseña en su diócesis. En este caso no es
infalible, pero eso no quiere decir que no tenga también la asistencia
del don del Espíritu Santo para preservarle del error, aunque no en un
grado de infalibilidad. También es magisterio ordinario el que ejerce
el Papa cuando enseña con sus encíclicas y demás documentos para toda
la Iglesia universal.
En este caso tampoco se considera un magisterio infalible, aunque en algunas circunstancias podría llegar a considerarse irreformable;
grado muy próximo al infalible. Y por último, también es magisterio
ordinario el que formulan los obispos de toda la Iglesia, cada uno en
su diócesis, cuando enseñan una doctrina conjuntamente en comunión con
el Papa. En este caso sí que se considera un magisterio infalible,
aunque no se trate de un magisterio extraordinario.
Pero, al formular estas distinciones eclesiológicas, tengamos el debido cuidado de no distraernos de la perspectiva de fe que nos remite
al misterio central: Cristo no nos deja solos en nuestra debilidad para
conocer la verdad revelada. El pecado personal y nuestra historia
personal de pecado, han debilitado nuestra razón lo suficiente como
para que la "Cátedra de San Pedro", nos sea del todo necesaria para
confesar y adherirnos a la verdad de Cristo. ¡Gracias sean dadas al
Altísimo por su misericordia!
Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre
enticonfio.org
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